“Ajustar y devaluar” es la consigna del movimiento agro en Uruguay - Política y Medios
28-03-2024 - Edición Nº5900

“Ajustar y devaluar” es la consigna del movimiento agro en Uruguay

Aseguró el periodista Leandro Grille, en entrevista con Política y Medios sobre el conflicto con los sectores rurales que se desencadenó en ese país desde el mes de enero.

El próximo lunes 19 de febrero comenzarán las reuniones de la mesa de trabajo con las gremiales rurales y los autoconvocados, anunciadas por el gobierno de Tabaré Vázquez para encontrar una salida al conflicto agro que se desató en Uruguay desde enero de este año.

Si bien el origen del movimiento de los autoconvocados se dio por fuera de las gremiales agropecuarias tradicionales, rápidamente fue acompañado por los grandes capitales agrarios, apoyados por los partidos de oposición uruguayos, las principales cámaras empresariales y la Asociación Nacional de Broadcasters Uruguayos (Andebu), la agrupación de los dueños de los medios de comunicación.

El auge del movimiento llegó el 23 de enero, en una concentración en la localidad de Durazno que reunió a unas seis mil personas. Allí presentaron un petitorio al presidente Tabaré Vázquez, que reclamaba, entre otros puntos, “salir del atraso cambiario”.

Uno de los oradores ese día fue el ingeniero agrónomo y columnista del diario El Observador, Eduardo Blasina. En su discurso numeró lo que considera las 10 mochilas que “paga” el sector agro en Uruguay: el dólar barato, la inflación, la energía, los impuestos, los problemas de infraestructura en caminos y carreteras, la caída del precio de la tierra, el endeudamiento, la necesidad de acuerdos comerciales (solicitó que le den al canciller la potestad de hacer los acuerdos de libre comercio que se están negociando), los prejuicios y los salarios.

Ese discurso es “la médula programática del movimiento de los autoconvocados, un programa de ajuste neoliberal, que observa el salario del trabajador rural como una mochila”, aseguró el periodista cubano-uruguayo Leandro Grille, en entrevista con Política y Medios.

“El movimiento tiene similares características ideológicas al surgido en Argentina en 2008, más bien neoliberal y en busca de una devaluación. Los editorialistas de El País, un diario comparable a La Nación, que agrupa el pensamiento más conservador, lo hablan muy claro: reducir el gasto social, echar empleados del estado, ajustar y devaluar es la consigna”, explicó el periodista de Caras y Caretas.

-¿De qué se trata el conflicto con el campo en Uruguay?

-En Uruguay no existe el campo, sino distintos sectores en el mundo rural que atraviesan diferentes situaciones. En los últimos años, fundamentalmente tres de ellos han transitado una situación compleja, debido a los precios internacionales y a las características de su agronegocio: el lechero, el arrocero y el hortofrutícola.

Otros, como los ganaderos, han ganado inmensidad de dinero. Y particularmente los terratenientes, es decir, los propietarios de la tierra, que la alquilan. Muchos pequeños y medianos productores están obligados a alquilarla y pagan por cada hectárea mucho más de lo que pagan por impuestos. Es decir, buena parte de los problemas de su negocio está en la renta de la tierra, en un problema interno. Estos sectores mezclados pueden dar una mala idea de una unidad interior dentro del mundo rural, que no es tal.

Pero los que han dominado el discurso público en relación al conflicto del agro, han sido los sectores que buscan una mega devaluación, que el valor del dólar aumente. Son sectores agroexportadores que precisan licuar sus costos a través del mecanismo de devaluación. Ya sabemos las consecuencias de una devaluación para el mercado interno y el universo, muy mayoritario, de las personas que viven de un salario fijo en pesos.

Además, en el agro uruguayo es muy predominante la presencia del Partido Nacional, el principal partido de oposición. Actualmente, su dirección está en total sintonía con los planteos neoliberales que hay en la región, lo que buscan es eliminar cargas tributarias, devaluar y hablan de la mochila de los salarios como uno de los grandes problemas.

Durante el gobierno del Frente se aprobó la ley de las 8 horas en el acampo y se incrementaron los salarios de los peones. Han salido con bajar el costo del estado y eliminar las políticas sociales, que plantean como una carga tributaria para ellos. Esos son los típicos reclamos que hacen los sectores del agro, te diría que en la región entera.

En Uruguay ni siquiera son sectores que tengan una gran carga tributaria, porque pagan muy pocas retenciones. Sin embargo, aspiran a mejorar la ecuación de su negocio por la vía de la devaluación.

A ese movimiento se subieron los partidos de oposición. Durante los días de más auge se filtraron audios de Whatsapp, donde se hablaba de bloquear Montevideo, piquetear las rutas e impedir que llegara el abastecimiento a las ciudades balnearias, en plena temporada. Incluso, hablaban de guerra civil y otros eran claramente golpistas.

El 23 de enero hicieron el primer gran encuentro en Durazno, y juntaron mucho menos gente de lo que esperaban, aunque a esa convocatoria se subieron todas las cámaras empresariales, incluso los que no tienen nada que ver con el agro. Por ejemplo, Andebu terminó convocando a través de los canales de radio y televisión. Y, a pesar de eso, la participación fue muy escaza: siete mil personas como máximo. Ya la segunda convocatoria, que eran vigilias en cruces de rutas en todo el país, fue mucho más débil.

-¿Qué respuestas se han dado desde el gobierno para solucionar el conflicto?

-El gobierno de Tabaré Vázquez fue muy hábil, porque los convocó, casi de inmediato, y ofreció medidas concretas para los sectores que si atravesaban problemáticas. Y entonces el movimiento se fue desflecando. La Comisión Nacional de Fomento Rural, una agremiación de pequeños y medianos productores, se abrió de ese movimiento y solo fueron quedando los sectores más poderosos del agro, desde el punto de vista económico.

Se aprobó en el Parlamento una iniciativa legal del Frente Amplio, un Fondo de Garantía para el sector lechero, para tratar los problemas de endeudamiento que tiene. Además se conformó una mesa de diálogo y trabajo, que irá produciendo propuestas de medidas que serán evaluadas luego por el parlamento. Pero se desactivó lo que amenazaba con ser un movimiento contra el gobierno, al estilo argentino.

-Entre la militancia del Frente Amplio, ¿cuál ha sido la posición?

- Como contraparte, ese movimiento generó una respuesta muy unitaria del Frente Amplio, que tiene muchos problemas internos, pero cuando ve al adversario político movilizarse así, se une.

Eso se reflejó en el acto del aniversario 47 de la constitución del Frente Amplio, el 5 de febrero. Siempre es un acto muy chico, pero en esta oportunidad fueron alrededor de 20 mil personas. Fue mucho más grande de lo que hubiera sido, si no se hubiera desatado este conflicto del agro. Y ese fue el golpe de gracia. A partir de ahí ya no han hecho nuevas convocatorias.

Por otro lado, la militancia frenteamplista se unió también en las redes sociales luego de la débil convocatoria a las vigilias en los cruces de rutas. En un tono de combate, con cierto humor, los descalificaron, tildando la convocatoria de agropijamada.

Ya desde antes se había filtrado que el movimiento agro quería terminar con las políticas sociales, los programas que apoyan a los sectores más humildes. Programas que, dentro del electorado frenteamplista, son intocables. No es algo con lo que están dispuestos a negociar.

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