Se consolida la depresión económica y todos los indicadores se empatan con el confinamiento - Política y Medios
31-05-2024 - Edición Nº5964

RETROCESO

Se consolida la depresión económica y todos los indicadores se empatan con el confinamiento

La producción industrial, el comercio y el consumo registran caídas similares a la cuarentena del 2020 por el coronavirus. En un contexto regional de alza, la Argentina proyecta un bajón del PBI cercano al 3% para 2024, casi el doble que el año pasado.

Por Patricio Ballesteros Ledesma
 

La última proyección del PBI de la Argentina para 2024 de los organismos locales y extranjeros daba un crecimiento del 2 al 3%, según los datos del último trimestre del año pasado y, como siempre, la intencionalidad y expectativas de cada analista. Pero como se dice en la jerga popular, se dió vuelta la tortilla. 

Conforme se produjo el cambio de Gobierno nacional, en parte por la llamada herencia del anterior, pero sobre todo por la estrategia de gestión y las medidas impuestas desde la asunción de Javier Milei y su equipo, muchos indicadores cambiaron de signo en forma acelerada o abrupta.

Es cierto que el primer tercio de diciembre de 2023 era responsabilidad de Alberto Fernández y que sus últimas medidas afectarían en mayor o menor medida al presidente entrante hasta fin de ese año y por los meses siguientes, pero también lo es que, entre otras medidas de shock, la decisión del ministro de Economía Luis Caputo de apreciar un 118% el tipo de cambio oficial del dólar en un día detonó una bomba económica fenomenal.

Con el objetivo declarado de estabilizar la macro, lograr el equilibrio y bajar la inflación, luego de la violenta devaluación de inicio se implementaron una serie de medidas que desde el poder económico glocal fueron recibidas con aprobación, pero que a nivel interno provocaron desconcierto, desesperación y angustia en gran parte de la población.

Más allá de las inconsistencias y las contradicciones entre los dichos y los hechos, que resultan de la aplicación compulsiva de las herramientas elegidas para la gestión, la realidad pura y dura marca una incertidumbre generalizada y un horizonte muy lejano al esperanzador del discurso oficial.

Si hasta el año pasado el crecimiento era moderado y la distribución de la riqueza injusta, con caída del poder adquisitivo de los ingresos y niveles de pobreza en aumento, en mayo de 2024 ambas variables han empeorado en forma dramática y el pasaje de recesión a depresión económica ya es un hecho. La torta es más chica y no hay porciones para todos.

La estanflación que ya venía en curso mutó a depresión y, aunque se logre estabilizar la inflación en un dígito, a corto o mediano plazo provocará despidos masivos y alza del desempleo. No es un daño colateral del plan de gobierno, surge como medular entre sus objetivos desde el inicio.

El problema no es si algunos la ven o no la ven, como dice el presidente; en la micro la viven (o la padecen) millones de personas que, con salarios formales o ingresos informales, no llegaban a fin de mes y ahora apenas alcanzan la quincena y se quedan sin recursos. 

Ni que hablar de los que se endeudan para pagar el salto de precios de alimentos, tarifas, cuotas, servicios, alquileres, y menos de los jubilados, pensionados, subocupados y despedidos en los últimos meses. Para arreglar la macro, arruinar la micro, no era una promesa de campaña ni un compromiso de gestión, pero lo están haciendo a toda velocidad.

Se prevé que el PBI se contraiga un 3,3% en 2024, antes de crecer un 2,7% el año siguiente, señala el panorama sobre la economía argentina de mayo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. La elevada inflación, un ajuste fiscal considerable pero necesario y la incertidumbre política lastrarán el consumo privado y la inversión durante la mayor parte de este año, estiman desde la OCDE.

Por su lado, el FMI proyecta una caída del 2,8% del PBI de la Argentina para el año en curso, en contraposición al crecimiento del 2,8% esperado para 2024 establecido en su anterior informe global publicado en octubre pasado. A su vez, el Banco Mundial recalculó sus previsiones anteriores de mejora del 2,7% versus caída del 2,8% para el presente año.

Ayer, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe publicó un informe sobre las expectativas de crecimiento de los países de América latina y el Caribe. Allí reseña que las economías de la región se expandirán en promedio el 2,1% en 2024, en contraste con la tendencia de bajo incremento del producto de los últimos años. 

Por el contrario, la Argentina marcará la nota con un retroceso en el año del 3,1%, lo que implica una brecha del 5% a nivel continental, y casi que duplicará la caída del 1,6% del año pasado. En diciembre, la CEPAL había estimado una expansión de la economía regional del 1,9%, lo que significa que mejoraron las proyecciones para la región en estos cinco meses, algo que no mejoró para el caso argentino porque la caída está marcada por el fuerte ajuste provocado por el gobierno de Milei, que mes tras mes registra desplomes en la industria, la construcción, el comercio, el consumo, los salarios.

A nivel local, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el BCRA con analistas y consultoras locales mantuvo su proyección de caída del PBI anual en 3,5%. Esa estimación se corrobora con la evolución de las Cuentas Nacionales que publican distintos organismos oficiales mes tras mes y que en febrero arrojó una caída interanual de 3,2% del estimador mensual de actividad económica.

En tan sólo cinco meses, las bajas no son acotadas, al contrario, resultan derrumbes con consecuencias secuenciales, que afectan a sectores industriales, proveedores, logísticos, importadores, exportadores, empleados directos y trabajadores indirectos. Pero además, afectan al propio Estado por la caída en la recaudación impositiva y, por el desfinanciamiento y despidos en el sector público, a la operatividad de diferentes estructuras del sector público.

En el caso de la industria el acumulado del primer trimestre de 2024 muestra un desplome en la actividad del 14,8% en promedio con respecto a igual período del año anterior, según datos del INDEC. Pero focalizada en marzo, la producción industrial registró una caída interanual de 21,2% y el índice de actividad de la construcción se precipitó el 42,2%. 

El registro mensual de ambos indicadores mostró también contracción con relación al mes anterior: 6,3% en la industria y 14,2% en la construcción, detalla el organismo. Se trata del mayor retroceso de la producción industrial desde abril de 2020, cuando las plantas estaban casi paralizadas a consecuencia del confinamiento por la pandemia, y la caída en la actividad marcaba un 26,4%, según el INDEC.

A cuatro años de ese fatídico mes completo de confinamiento estricto por motivos sanitarios, que luego provocó protestas contra Alberto Fernández al extenderse y generar zozobra económica, hoy se sale del segundo para general contra la gestión de Javier Milei en un contexto de depresión provocada y sin el virus como factor amenazante. Diferencias y similitudes.

La suerte está echada diría un timbero. Por más que los propios lo vitorean en los medios, el mago de las finanzas no puede mostrar grandes logros reales, ni brotes verdes ni billetes de ese tinte para levantar el cepo como estaba previsto. Dentro y fuera del Gobierno hay quienes piensan que se acabó el tiempo de Caputo y su team de la consultora en Economía, y ya suenan otros nombres para darle nafta a la motosierra en los próximos meses.

En cualquier caso, no es una cuestión de nombres, sino de rumbo. Así como muchos que apostaron por esta conducción para el país ahora están arrepentidos, desde los centros de poder interno y externo vislumbran que el cambio de gradualismo a brutalidad no es acertado y que apostar fuerte por lo financiero dejando a un lado lo social termina mal.

Si para salir de una crisis se genera una más profunda, con industricidio, cierre de empresas y comercios, más desocupación, aumento de los índices de pobreza y vulnerabilidad, altas dosis de estrés y sufrimiento personal en pos de un futuro mejor, serán cada vez menos los que podrán sobrevivir ese tránsito con la esperanza de salir fortalecidos.

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